La Federación se pega un tiro en el pie

La Federación se pega un tiro en el pie

Vuelve la Copa, una competición cuya organización y patronazgo corresponde a la Federación. La Liga de Fútbol Profesional la ve como un estorbo, un enredo que recarga el calendario, que obliga a los grandes clubes a jugarse el bigote en las dos primeras eliminatorias a un solo partido, en campo del menor. Un viaje ingrato, un campo incómodo (césped artificial, o natural pero mal cuidado) un público entusiasta, un rival supermotivado, un equipo propio que actúa a desgana, forzado por las circunstancias, difícil de motivar porque tiene nada que ganar y mucho que perder.

Pero a mí me gusta. A mucha gente le gusta. En las redacciones se viven esas noches trepidantes con un entusiasmo que no se parece a nada. Es el otro fútbol, que se impone al de cada día. Es el fútbol de siempre, que se impone al fútbol superprofesionalizado, catódico y metódico de la Liga. Es un santuario que la Federación, se supone, debería cuidar como se cuidan los restos del Partenón, vestigio de una época bella y respetable, referente de algo que fue y que merece recuerdo y respeto. Pero he aquí que la Copa acaba por estorbarle incluso a la Federación. A eso hemos llegado.

Porque esta jornada ha sido metida a martillazos en el calendario internacional, y los seleccionados españoles y de otros países no estarán en ella. Bueno, los españoles, sí, siempre que el equipo de casa aceptara jugar hoy, martes. Generosidad que no todos han tenido, así que hasta diecisiete internacionales españoles serán baja forzosa en sus equipos. Más los internacionales de otros países. La Copa paga la incomodidad del calendario y el descuido de la Federación, que ya no sabe ni dónde tiene la mano derecha. Sólo sabe que los treintaidosavos no ofrecen viajes golosos. Así que allá ella.