De las derrotas se aprende. Bueno, pues Valverde ya tiene material suficiente para sacar sus conclusiones de cara al futuro. El hola y adiós a la Copa le otorga la parte de la información a la que aún no había tenido acceso directo. Es bien conocida la irregularidad del Athletic en una competición que se arroga como propia por aquello del palmarés, y lógicamente Valverde lo sabía. Pero debe ser muy distinto comprobar la debilidad del equipo y catar el amargo sabor del ridículo cuando uno está dentro y es además el responsable máximo.

Es más que probable que Valverde creyese que había conseguido en apenas unos meses concienciar a la plantilla de sus responsabilidades, transmitiéndole la ambición y valentía que rezuman sus directrices. Parecía, a tenor de lo observado en la Liga, que efectivamente los futbolistas habían asimilado el mensaje y respondían, en un claro ejemplo de que la comunicación funciona cuando se entabla un diálogo sin dobleces, de frente. Pero, no. Visto lo visto, Valverde quizás se haya excedido. Quizás le haya dado al grupo un margen de confianza que no se merece. Y como consecuencia de ello, en adelante deberá tomar decisiones que se plasmarán en las alineaciones de los partidos venideros. En este sentido, cabe apuntar que el tortazo recibido en la Copa hasta vendrá bien. Valverde ya tiene toda la información que necesitaba y de primerísima mano.