Entrenadores y jugadores

Entrenadores y jugadores

El vestuario del Betis sigue viviendo momentos complicados. Por mucho que se atisbe una cierta mejoría en el nivel de juego del equipo, resulta evidente que la poca sintonía entre entrenador y jugadores tiene nulos visos de tornar a unos niveles normales de convivencia. Contaba un viejo técnico que "cuando los futbolistas se hacen amigos del entrenador, o son malos éstos, o es malo él". Sin querer cargar de razones a quienes así opinan, no se puede negar que el ambiente de la caseta bética no es el más propicio cuando, ojo, todavía se sigue en los sótanos de la tabla.

Recién aterrizado Víctor en Sevilla, verano de 2002, un jugador del Celta nos advertía: "Ya verás los problemas que va a tener éste en Sevilla, ya verás". Y a fe que no se ha equivocado. Ayer fue Denilson quien le lanzó un dardo envenenado, como hicieron antes otros compañeros. Por mucho que se venda la burra de que "todos remamos en la misma dirección", los jugadores van por su camino sin hacer demasiado por el cariño de quien los manda. Probablemente, llevarte mal con tu jefe es inherente a la condición de asalariado. Pero como el fútbol es el único ámbito donde el trabajador suele ganar más que quien lo dirige, pasa lo que pasa. Los jugadores se irán, tarde o temprano. El técnico, más temprano que tarde. Y quien paga los platos rotos del desentendimiento es el club, siempre el club.