Julián Alonso es un tenista que ya no juega al tenis. Fue famoso; primero, por sus golpes y, luego, por su noviazgo con Martina Hingis. La sombra de la suiza, la mejor del mundo, fue demasiado larga y Julián se sintió presionado para estar a su altura.
Ahora sabemos que Martina Hingis y Sergio García son muy buenos amigos. Usted fue novio de la suiza en 1998. ¿Cómo es ella?
-Martina es una chica muy normal. Será número uno o lo que quiera pero es muy sencilla.
-Salieron juntos un año. ¿Cómo les fue durante ese tiempo?
-Si le tengo que ser sincero, a mí no me fue bien, aunque espero que a Sergio le vaya bonito.
-Empecemos desde el principio. ¿Cuál fue el primer flash de amor?
-Tanto como amor... Nos conocimos en Melbourne. Tantos días metidos en un club de tenis provocan que nazcan este tipo de relaciones. Empezamos a vernos y, sin darnos cuenta, estábamos juntos.
-El Alonso de 1998 era un tenista de élite, de Copa Davis y ahora...
-Pasado el tiempo, me he dado cuenta de que estar con Martina frustró mi carrera. Ella era la mejor, y la gente creyó que también debía serlo yo. Hacía lo que podía, hasta que exploté.
-¿Le fastidió la vida?
-Hombre, tanto como eso no. Todo lo que me ha pasado me lo he ganado a pulso.
-Mejor que no le pase lo mismo a Sergio, ¿no?
-Sergio es un grandísimo jugador de golf. Tiene suerte de triunfar en un deporte que no es el tenis. No le van a exigir lo mismo que a Martina.
-¿Qué relación tiene ahora con la suiza?
-Ninguna. Que haga lo que quiera. Éramos jóvenes, hombre. Sabíamos que no estaríamos juntos toda la vida.
-¿Y con la madre de ella? Tiene pinta de sargento.
-Con ella sí que tuve problemas. Un día me dijo que yo era el trigésimo del mundo y que eso era una mierda, también que tuviera cuidado... Me sentó muy mal y le pedí respeto.
-Pasado el tiempo, ¿qué fue del Julián Alonso que deleitó a España en los dobles de la Davis?
-Pues ese Julián se cansó de coger aviones, de camas de hotel y de maletas. Llegó un punto en que no tenía ganas de viajar. Fue cuando decidí hacer un parón en mi vida.
-En febrero cumplirá 25 años. Todavía tiene tiempo para volver.
-Claro, claro. Lo mío es sólo un paréntesis. Ahora estoy en mi casa de Canet de Mar, con mis padres, mi hermana. Salgo con una chica desde hace un año y medio. Soy feliz y espero reencontrar la ilusión por jugar al tenis. En meses, a final de año, no lo sé...
-Lo ha pasado mal. ¿Le faltó más apoyo por parte de los compañeros?
-Efectivamente. Muchos de los que pensaba que eran amigos han demostrado que no lo son. No doy nombres, pero son muchos. Jordi Burillo se ha portado genial.
-¿A qué se dedica?
-Estudio gestión de empresas deportivas en la University Johan Cruyff y me entreno en la escuela del Tenis Mataró. No paro, y me alegro.