De su seguridad y capacidad de mando en la línea de tres mexicana dependen gran parte de las opciones de Italia en este Mundial. Ayer, ante Ecuador, lo volvió a bordar, y transmitió tranquilidad a un equipo que no se volvió loco tras el gol de Delgado. Central con personalidad y clase, puede jugar muy bien en el centro del campo y quizá con los años termine en ese puesto.

Se ha convertido en el gran talento del fútbol mexicano en los últimos años. Le descubrió Hugo Díaz, responsable de la cantera del Atlas cuando le vio en una prueba en el pueblo de Zamora Michacan, donde había nacido el 13 de febrero de 1979. Le encantó y le obligó a hacer las maletas para Guadalajara, donde le esperaba un largo aprendizaje. Pero no hubo tiempo, porque con 17 años debutó en Primera ante los Pumas y cinco meses después, y por orden de Milutinovic, se presentó con la selección absoluta ante Ecuador. Fueron períodos duros para la selección mexicana, asolada por cambios de entrenadores antes del Mundial 98. Allí hizo un buen papel, pero una lesión dejó fuera a Márquez, destinado junto al mito Claudio Suárez a compartir el centro de la defensa. Un destino que se repite a la inversa hoy, porque Suárez no está por lesión en Japón y Corea.

Pero Márquez ya estaba lanzado, jugó el Mundial juvenil de Nigeria, se consolidó en la selección y llegó al Mónaco, que le descubrió en un México-Chile cuando seguía al chileno Contreras, el de Osasuna. En el Mónaco lleva jugando tres temporadas a altísimo nivel, y pugnan por él grandes equipos españoles e italianos. Sonó para Real Madrid y Barcelona, y este Mundial seguro que le revalorizará aún más. Por algo le llaman el Kaiser mexicano, en homenaje a su gran ídolo, Franz Beckenbauer.