Examen de Master para Ferrero

Tenis | Masters Shangai

Examen de Master para Ferrero

Examen de Master para Ferrero

Ferrero venció a Moyá y esta mañana (08:00 horas, TVE 1) se enfrenta a Hewitt, el mejor jugador del mundo, en la final del Masters de Shanghai.

Decía Ingmar Bergman y debería pensar Juan Carlos Ferrero que "la felicidad es una empanada gruesa y paralizante que se interpone casualmente en la vida diaria del individuo". Claro que la felicidad de Bergman no se llamaba Lleyton Hewitt. Ferrero, que vivió ayer uno de esos días dulcemente empanados, regresa hoy a la crudeza de la vida. Una vida tan cruel e injusta que hoy pone en el camino del Mosquito a Hewitt: imposible tener peor enemigo en una final del Masters... o en la partida de dominó de la peña del Madrid.

"No me gusta que me digan Mosquito, será mejor que me llamen Juan Carlos desde ahora mismo", proclamaba Ferrero a un periodista chino tras liquidar al Moyá resentido de la espalda por su ritmo frenético de los últimos días. Da la impresión de que Ferrero preferiría que le llamasen... Rey Juan Carlos. Sí, es posible que así le titulen mañana el Herald Tribune o el China Mail, edición de Shanghai, pero falta un detalle: que Juan Carlos, el mosquito rey de Onteniente, le gane hoy a Hewitt la final del Masters.

Aquí, pocos tecnicismos: Ferrero está en la final porque ha arreglado el saque y porque Carlos Moyá llegó muerto, sin espalda y sin adrenalina, tras sus horas febriles y llenas de tensión ante Hewitt y... Albert Costa: gano, pierdo... cotillean. Y Hewitt es finalista porque Moyá le ganó a Costa y porque ayer, tras tres horas, terminó intimidando al gigante suizo Roger Federer por fuerza mental y por unas pelotas que no estaban exactamente sobre la pista, sino un poco más arriba.

El cara a cara es 2-2. Ferrero gana en tierra, como cuando la Copa Davis, pero el corazón de Hewitt aplana al mosquito rey sobre las superficies duras. Ferrero pegará con toda su alma... y Hewitt sacará bolas imposibles con restos, velocidad y piernas parecidas a las de los robagallinas de Adelaida.

Hewitt sabe apoyarse mejor que nadie en el tiro del rival, echando atrás la patita. No pesa ni 70 kilos y por eso no jugó al brutal fútbol australiano con los Cuervos de Adelaida, pero es verdad: o da miedo, o irrita.

La final de la Copa Masters, a estas alturas del año y del torneo, no es cuestión de tenis, sino de deseo, determinación y fe. Una empanada veloz, rubia y paralizante se interpone en la vida de Ferrero. Entre Ferrero, la felicidad y el titular que sueña el Mosquito (Juan Carlos de España, campeón del Masters) está el infernal corazón del australiano Lleyton Hewitt.