46 puntos

46 puntos

Esos cuarenta y seis puntos que, según Luis, necesitamos para asegurar la permanencia en Primera empiezan a parecerme ya una utopía. De seguir así, creo que estaremos abocados a un final de temporada agónico, fiel a nuestra idiosincrasia, en el que estaremos luchando por salvar la cara ante nuestra afición y nuestra historia. El Calderón se ha convertido en una especie de UVI donde cualquiera, por enfermo que esté, puede curarse de sus males. El equipo vaga desorientado, enredado en sus eternas contradicciones. Salvo bajo los palos, reina el desconcierto. La defensa nos ha terminado por acostumbrar a sus letales despistes. El mediocampo es un enloquecedor escenario de fallidos experimentos y el ataque un desesperante cúmulo de desatinos de cara a la portería rival. Con estas alforjas, el viaje no es otra cosa que un tránsito un tanto lastimoso por la nada. Un viaje hacia ninguna parte.

Pero tampoco es cuestión de caer en el catastrofismo. Vivimos unos días, al límite del año que se va, en el que se alumbran las sensaciones de los tiempos venideros. Son días de ilusión y a eso estamos más que acostumbrados a no renunciar nunca. En las sacas de Santa Claus, en los camellos que transportan ya a los Magos de Oriente, seguro que está la receta que ponga efectividad y magia en nuestras botas.