No viene mal la victoria ante el Córdoba para saludar el derribo del viejo, antiguo, entrañable e histórico Tartiere. Que se nos va, que se nos había ido ya en cuanto a funcionalidad, y que ahora afronta la piqueta que no sabe de sentimentalismos ni de tantas gestas vividas en ese rectángulo que ya va a ser pasado y puro escombro. Me resistiré a contar anécdotas gozadas o sufridas en sus gradas. Y siempre le podré parar los pies a Manolete recordándole que ahí bajó su Atlético cuando Esteban le paró un penalti a Hasselbaink que los pasaportó increíblemente a Segunda. Tampoco podemos sacar pecho. Que yo vi jugar ahí toda una temporada en Segunda B. ¿Recuerdan? Herbera, Javier, Vicente, o al argentino Palmieri. Ahí fue pichichi Marianín.

Y ahora se va el viejo Tartiere. Recuerdos y fotografías. Como tantos otros. Como Wembley y sus torres gemelas. El paso del tiempo. Ahora apostemos por el futuro. La cita es el sábado contra el Levante, que viene de un repaso en Santiago. Pero a este Oviedo aún le quedan muchas bazas por jugar en la segunda vuelta. El tándem Idiakez-Jaime ilusionó el domingo y el dúo Rubén-Geni promete sustos a los rivales. Ahora que se ha pasado el farolillo rojo de la clasificación al Córdoba hay que disfrutar de la alegría, que este año no ha habido muchas. La Liga empieza ahora. Y decirle adiós al vetusto Tartiere. Que lo recordaremos siempre.