De posición ocho y medio

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De posición ocho y medio

De posición ocho y medio

Centrocampistas ofensivos como Guti, Fernando o Edu se han visto obligados a ejercer labores de delantero centro

Los argentinos clasifican a los delanteros que no son ni nueves ni dieces puros como nueves y medio. Es un tipo de atacante que tiende a caer a las bandas o a la mediapunta para hacer labores de enganche y que, además, no pierde de vista la portería contraria. Siguiendo ese parámetro argentino, a cierta tipología de futbolistas que ha emergido en la Liga española habría que denominarla ocho y medio. El trasplante de posición al que han sido sometidos se ha dado en la dirección inversa a la de los nueves y medio: va de atrás hacia adelante. Proceden del desborde en la banda, del inicio del juego en el pivote o del enganche en la mediapunta.

Los movimientos que ejecutan antes de marcar también les hace reconocibles y es acorde con esa evolución que va desde la mitad de la cancha hacia adelante: llegan desde atrás. Son jugadores a los que se ha encargado del gol cuando nunca lo tuvieron como prioridad funcional ni como característica que les definiera. ¿Qué tiene Guti para que Del Bosque le tomara en cuenta, en un momento determinado en el que no encontraba un goleador, como una opción válida para ejercer como tal? La misma pregunta se les podría aplicar a los entrenadores de Fernando (Betis), Mista (Valencia), Ezquerro (Athletic), Fernando Sales y Óscar (Valladolid), Óscar García (Espanyol) o Edu (Celta). Aunque cada uno posee características propias, todos responden al canon de futbolista dotado de un alto nivel técnico. También han demostrado cierto dominio del remate de cabeza que antes no se habían visto obligados a enseñar con tanta frecuencia.

Sorpresa. Aunque lo hayan tenido que afilar, su instinto goleador no responde al clásico. No son cazagoles que viven en el área constantemente para adivinar la trayectoria de un rechace o de un centro. Son más goleadores por sorpresa que por oficio. Su intuición se destapa en el acompañamiento de la jugada y no en la espera de su desarrollo.

En un primero momento, los entrenadores echaron mano de ellos como una solución goleadora generada por las circunstancias: lesiones, falta de nueves puros o desacierto de los que sí lo son. Después, los han mantenido ahí convencidos por su rendimiento. Vicente del Bosque ha tenido bajo su tutela a Fernando y a Mista y ha seguido de cerca de su evolución: "Mista quizá siempre fue un poco más punta, aunque caía mucho a la banda izquierda. Fernando es un chico con calidad que puede hacer bastantes cosas en un campo de fútbol". Con quién verdaderamente arriesgó el técnico madridista fue con Guti. Morientes estaba lesionado y no tenía un un nueve puro.

Ventajas e inconvenientes. Del Bosque vio aumentar el caudal de producción ofensiva de su equipo con la llegada de Figo, pero le faltaba contundencia arriba para que se definieran las numerosas llegadas al área contraria. La solución fue Guti, que había jugado de mediocentro y de mediapunta por la izquierda, principalmente. "A Guti siempre le habíamos apreciado una buena relación con el gol desde que ingresó en el club como alevín. Técnicamente es un jugador muy dotado y por lo tanto con capacidad para resolver situaciones de gol. Tiene un buen disparo y va bien de cabeza. Se trataba de que se adaptara a ciertos movimientos habituales que realizan los delanteros", explica Del Bosque.

Guti respondió a su entrenador con catorce goles y el Real Madrid se proclamó campeón de la Liga en 2001. Además, siguió poniendo a disposición del equipo su visión de juego. "Tomé la decisión con sus ventajas e inconvenientes. Poner arriba a Guti significaba no tener un delantero para jugar en largo, pero también sacamos ventaja en otros aspectos. Por su movilidad, dejaba a los centrales contrarios sin una referencia fija a la que marcar. Eso también es aprovechable", concluye el entrenador salmantino.

Óscar explotó con Cruyff

"Óscar siempre ha sido muy listo en el área", dijo Javier Clemente tras hacerle un gol al Mallorca en la última jornada de Liga. Su referencia como centrocampista ofensivo obligado a jugar de nueve quizá fuera de las primeras. En la temporada 95-96, Johan Cruyff le hizo introducirse en el área. Por su envergadura, el holandés se garantizaba el remate de cabeza. El disparo a puerta también influyó: si chutaba bien de lejos, de cerca más todavía. La decisión sorprendió al principio, pero marcó diez goles en Liga.