Fernando Torres es la referencia del Atlético. Lo es como estandarte o santo y seña del club, pero también como eje del sistema de Gregorio Manzano. O más bien de los sistemas, ya que los tres modelos tácticos exhibidos por el técnico jiennense por el momento han dejado palpable que están hechos a la medida del Niño y construidos para explotar sus excepcionales virtudes en ataque.

Manzano ha ensayado tres sistemas distintos en otros tantos encuentros y el resultado ha sido óptimo, salvo excepciones por el cambio de jugadores y de puestos, así como el cansancio natural por el trabajo acumulado de la pretemporada.

Alcalá fue la primera piedra de toque para los rojiblancos y Manzano propuso un 4-2-3-1 con el que Torres sacó a relucir su faceta anotadora con dos tantos en la goleada a un rival de menos nivel que los dos siguientes. Los pilares del sistema lo sostienen una defensa de cuatro en zona y dos pivotes, aunque no es lo preferido por Manzano que se decanta por un eje por delante de la zaga: Simeone.

La gira por México sirvió para que el Atlético mostrara sus otras posibilidades. Así, Manzano probó en el primer encuentro, ante el Rayados, un 4-1-4-1 que demostró un equilibrio defensivo y un magnífico valor ofensivo al contragolpe. Contra, Colsa y Javi Moreno construyeron una jugada made in Atlético y Torres hizo un nuevo gol en los minutos que estuvo en el campo. Manzano rescató este hecho: "Este planteamiento nos dio un grandísimo resultado con contragolpes de una efectividad tremenda".

El remate a la estancia en Monterrey fue un último ensayo con un 4-4-2 frente a los duros de Capello. Torres, que tuvo en jaque a la zaga romana, jugó acompañado de Jorge en punta y luego con Nikolaidis, si bien el Atlético terminó recuperando el 4-4-2 en rombo y Torres llevo el peso en el juego de ataque.