"Me enfadé el día que me pusieron de 2"

Entrevista Míchel Salgado

"Me enfadé el día que me pusieron de 2"

"Me enfadé el día que me pusieron de 2"

alejandro gonzález

El Madrid juega esta noche en Málaga (Canal+) un partido especial para Míchel Salgado, que tendrá enfrente a Fernando Sanz, su cuñado. Pero hoy por hoy, el orgullo futbolístico de la familia es él, Míchel, al que una vez los italianos llamaron Il Due y que hoy parece valer al menos por tres.

Pero usted no nació lateral derecho. Como nadie nace queriendo ser escafandrista.

¡No, no! ¡Ja, ja! Cuando empezamos, todos queremos ser delanteros y meter goles. Yo soy un poco cangrejo: siempre he ido para atrás. Mi vocación era ser interior derecha, el 8 vamos.

¿Y...?

De chaval jugaba ahí, alguna vez también de mediapunta, incluso de delantero. Menos de defensa, jugaba de todo, en el Victoria de Vigo. ¡Qué cosas, eh!

¿Quién le puso de 2?

Fernando Castro Santos, y me sentó muy mal.

En el Celta.

En mi primer año como profesional. Un día me puso ahí y no me gustó nada. Había debutado en mi puesto, de 8, en plan medio derecho, y no pensaba hacer carrera de lateral, demarcación desconocida para mí.

Buen ojo tuvo Fernando. ¿Lo considera el entrenador más inventor entre todos los que ha tenido?

No, creo que todos tratan de inventar para bien, de observar a los jugadores jóvenes y buscarles el mejor acomodo del equipo. Quizá el entrenador que más me ha sorprendido sea Víctor Fernández, pues no repetía un entrenamiento, trataba de ser muy ameno.

¿En qué lateral derecho se fijó usted por primera vez?

En uno que juega por la izquierda: Paolo Maldini.

¿Y después?

En Roberto Carlos, claro.

¿Ni un solo diestro le excitó?

Cafú, por supuesto. Está claro que el lateral que me gusta es el de ida y vuelta, el que ataca y defiende.

Compadezco a su compañero Casillas.

¿Y eso?

Pues porque como usted va camino de la galaxia se va a quedar sin otro defensa.

No, de ninguna manera. Yo tengo los pies en el suelo. Mi trabajo es defender; lo de atacar es si se puede.

No se quejará.

No me quejo, porque sabemos hacer los relevos, dar con el equilibrio ese de que tanto se habla: si subo yo, me cubre Beckham. Y si el que lo hace es Roberto Carlos, para allá que va Cambiasso.

¿El Madrid es un equipo equilibrado?

Del todo. ¡Si por cada ocasión de gol que nos hacen, nosotros generamos tres! O más... El Madrid, con la calidad que tiene, si es capaz, y lo es, de equilibrarse en el mediocampo, es casi insuperable.

¿A que le ha sorprendido Beckham?

Muchísimo. Con él me he llevado una de las mayores sorpresas en el fútbol. He descubierto un futbolista muy distinto al que esperaba: un gran centrador, de gran toque, magnífico tirando faltas... Y me he encontrado que, además, pelea, ayuda y es formidable en la distribución. Se ha metido muy deprisa en el equipo: parece que lleva diez años en el Madrid.

Pero ni Beckham ni nadie asegura títulos. Los italianos parecen haber despertado definitivamente.

Lo que el Madrid asegura es que te lo pasarás bien si vienes a vernos jugar. Los títulos son otra cosa. Eso, en efecto, no lo asegura nadie. Pero este Real Madrid es un equipo ganador que sigue teniendo lo más importante, lo vital: ansia de ganar.

Eso se percibe. La diferencia entre ustedes y la inmensa mayoría de los demás está en sus caras. Ustedes disfrutan; ellos ponen cara de sufrimiento las más de las veces. Al Madrid le sale; los demás se matan por intentarlo.

Sí, sí. Mire usted, del fútbol se disfruta cuando lo juegas en la playa, con los amigos. Ahí te sueltas... y el Madrid se suelta más que nadie. Es lógico que la gente disfrute y se lo pase bien, y nosotros.

¿Cómo está su suegro?

Ahora está bien. Lo pasó muy mal, fue una reacción muy humana. Lorenzo Sanz estuvo 16 años al servicio del Madrid y una mañana se encontró con que no debía ir al club. Para una persona que lo dio todo, bien o mal, para el club no es fácil acostumbrarse a una nueva vida. Ya se dio perfecta cuenta de que esto son ciclos y ya venció aquel vacío. Ahora está con su trabajo y con sus nietos.

Que son un ejército.

En un año tuvo seis, más los tres de antes, nueve: tres de Fernando, uno de Paco, dos de Diana, dos de Lorenzo y el nuestro. ¿Un equipo? De fútbol sala ya lo tenemos.

¿Y las ofertas? ¿Y el tal Abramovich?

Un orgullo. Estoy en el mejor club del mundo y resulta que algunos de los grandes se interesa por mí.

Pero de aquí no se mueve.

Yo soy madridista; desestimé ofertas superiores en dinero cuando llegué.

Una del Barça.

Sí, pero la mejor fue de la Roma.

Siga, siga.

Pues eso, que mi idea es seguir en el Madrid y las ofertas prefiero ignorarlas. Para eso están mis representantes. No quiero que nada me descentre. Un día nos reuniremos con el club, ellos dirán qué les parece la situación y yo les expondré mi punto de vista. Pero, vamos, el Madrid no se puede mejorar, porque es lo máximo.

De objetivos globales, ni hablar siquiera: ganarlo todo.

A mí no me gusta hablar a largo plazo; lo mío es el día a día. En fútbol es absurdo echarle un pulso al futuro. Lo que hoy es blanco, mañana se volvió negro.

¿Lo de cuestionar a Raúl fue eso, humor negro?

Más que eso: humor ridículo. Como todo jugador, Raúl sale de una pretemporada y cada uno es un mundo. Yo he arrancado muy fuerte y él, algo menos. Pero como siempre está a nivel 10, si vive un tiempo en el 8 parece que se ha caído alguien. Por el ruido, digo. ¡Si hubo quien llegó a sacarle de la Selección! Bueno, pues, entonces fue y metió dos goles importantísimos allí y tres con el Madrid, y a otra cosa, mariposa.

¿A la Eurocopa iremos, verdad?

¡Ni me pregunte por eso!

Debo hacerlo, y perdone.

Yo no estuve en el Mundial y me urge pelear en una gran competición con la Selección. Es una necesidad personal, un reto que me llega en un excelente momento y, encima, al lado de casa. España va a estar arropadísima en la fase final. Este verano, en Galicia, la gente ya hablaba de cómo y dónde comprar las entradas.

Camacho prefirió a otros para la cita en Corea. ¿Le guarda miajilla de rencor?

Para nada, para nada. En primer lugar, por respeto a los que fueron, que son tan capaces como yo. Camacho me llevó unas veces y aquella vez no contó conmigo. ¡Claro que me enfadé! Si un futbolista no se enfada cuando le dejan fuera del Mundial, ¿qué sería? Se lo contesto yo: un cagón.

A usted le podrán llamar cualquier cosa, pero eso no. Ahora está en el mejor momento de su vida. Corea es el pasado. No se cambiaría por nadie, ¿verdad?

Por nadie.

¿Ni siquiera por Zidane?

Zidane es un bailarín del fútbol, una cosa extraordinaria, pero no, no me cambiaría por él. Me ha costado tanto llegar hasta aquí que sería injustísimo conmigo mismo si pensara cambiarme por alguien. ¡Tanto trabajo diario, tantos sueños de chaval...! La vida es suerte en muchísimas ocasiones. Si yo la he tenido, si tengo este privilegio, ¿cómo cambiarme? Uno de esos privilegios, además, es que juego al lado de Zidane y compañía.

¿Cuál fue su ídolo?

De lo que he visto, el que marcó más diferencias fue Maradona. Pero mi ídolo fue Vicente, el capitán del Celta cuando yo era un crío. Yo quería ser como él y no como Maradona, fíjese. Pepe Villar me colaba en los entrenamientos, a veces a costa de un par de clases, y yo veía allí a Vicente y a los demás, a cuatro pasos. ¡Qué tiempos y qué emociones!

¡Qué celtiña, Míchel Salgado!

¡Claro! Es mi equipo de niño, el primero. Celtiña lo seré toda mi vida.

¿Se imagina una final de la Champions con ellos?

¡Qué cosas se le ocurren! No lo había pensado ni lo deseo: me dolería muchísimo tener que ganarle al Celta, a los celtistas. No, no...

¿Vio su partido en Brujas?

Sí, y me supo fatal el empate. Quizá fue la falta de experiencia en la competición, el partido del debut... Esos tres puntos les hubieran ido de maravilla.

El tiempo dirá, y si usted sigue como ahora... ¿De verdad que no se entrenó a tope en verano, ni tomó una pócima?

No hice nada más que bañarme en las playas de Vigo; agua y arena. Un año en el Madrid es muy largo y el mes de vacaciones lo dedicas a descansar. Y como pócima, a lo sumo, un plato de mi mujer.

¿Cocina bien?

Pues sí, muy bien.

Pues a ver si un día se estira...