Final de verdugos y ‘Operación Alcatraz’

Final de verdugos y ‘Operación Alcatraz’

Confesémoslo: vimos esta final con mucha nostalgia. Ahí podrían haber estado el Madrid o el Depor, o el Madrid y el Depor, puestos a pedir. Pero en su lugar estuvieron sus respectivos verdugos, cuya presencia hacía más vivo el recuerdo de lo que pudo ser y no fue. Verdugo por verdugo, ganó el verdugo del Depor, que al menos podrá decir que cayó ante el campeón. Un consuelo menor, pero consuelo al fin. Porque el Oporto acreditó más que nunca sus virtudes de equipo de completísima formación táctica. Infalible. Y siempre jugando bien con los fallos del contrario.

No es mi ideal de fútbol, pero hay que reconocerle a Mourinho el mérito de su obra. Esta vez, además, el Oporto no fue tan brusco, desagradable y codillero como en partidos anteriores, sobre todo los del Depor. Pegó menos y con menos saña, y el partido, en general, fue de menos a más. Empezó muy aburrido pero creció en interés a partir del primer gol (en el primer fallo defensivo del Mónaco, inmediatamente castigado con rigor). La segunda mitad, mirada con buena voluntad, fue hasta distraída. Y el partido dejó al menos la sensación de justicia que siempre queda cuando gana el mejor.

Yo había volcado mi preferencia por el Mónaco. Por Morientes y porque de tanto verlos en revistas desde pequeñito los Raniero ya me son familiares. Pero nada que hacer. Mourinho encumbró anoche ante toda Europa su fútbol táctico y bravucón. Si la Eurocopa no lo remedia, eso es lo que se llevará en la próxima temporada otoño-invierno. Florentino ha tomado nota y ha decidido respaldar a sus galácticos con una especie de Operación Alcatraz, una recluta de feos y malevos que ha empezado por Samuel y, si Dios y Wenger quieren, seguirá por Vieira. Cemento para unir el mosaico.