La jugadora global que salió de una piscina

Tenis | Ana Ivanovic

La jugadora global que salió de una piscina

Aunque ayer no pudo con Sharapova, Ana Ivanovic (Belgrado, 20 años) está siendo una de las grandes animadoras. Hoy se mide a Henin.

Ana Ivanovic, que hoy disputa la semifinal frente a Henin, es un ejemplo de tenista global, de niña prodigio que a diferencia de otras que lo arriesgaron todo y perdieron ha sabido salir a flote. En Madrid, aún puede arrebatar el número dos del mundo a Kuznetsova si gana el torneo.

Nació en Serbia, se hizo tenista en Suiza, este año se ha entrenado en Barcelona y su equipo es como la ONU: un holandés, Sven Groeneveld, es su entrenador a tiempo parcial; un australiano le hace las funciones de preparador físico, Scott Byrnes; el sparring que se ha traído es alemán, Mats Merkel; su agente es inglés, Gavin Versi; el manager suizo, Dan Holzmann, y su médico italiano, Pier Francesco Parra. Y ella, aunque reside en Basilea, donde nació Roger Federer con quien compartió preparador físico (Pierre Paganini), es embajadora de Serbia.

Su fama en su país es tal que le han ofrecido presentar el Festival de Eurovisión ("no me veréis cantar", bromea, "es formidable que me lo ofrezcan pero es antes de Roland Garros y hay poco tiempo". Al Arena han venido a verla compatriotas como Radomir Antic, Savo Milosevic y Vlade Divac. Es la atracción, aunque sus dos primeros partidos se jugaron tarde y hasta ayer pasó más inadvertida de lo que merecen su juego y su belleza.

Su biografía da para una película. Conoció los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado, se entrenó en una piscina en la que habilitaban una pista ("en invierno se vaciaba, se instalaba una moqueta y jugábamos"). Por eso domina tan bien los golpes paralelos. Si se escoraba mucho se pegaba con el muro. Salió hacia Suiza y el avispado Holzmann invirtió 300.000 euros en su carrera. "La primera vez que la vi, con 14 años, le pregunté qué quería ser y me contestó: número uno", recuerda su manager. En su primer año completo, ya ganó dinero suficiente para devolvérselo. Ahora es un icono de Adidas. La niña que salió de la piscina ya vuela sola.