El sumo se tambalea con la invasión foránea

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El sumo se tambalea con la invasión foránea

El sumo se tambalea con la invasión foránea

reuters

Rusos, búlgaros y mongoles protagonizan grandes escándalos

Algo huele a podrido y no es en Dinamarca. Es unos miles de kilómetros más allá, en Japón, donde el deporte del sumo se tambalea por muertes en extrañas circunstancias, sanciones por dopaje y amaños en los combates. Curiosamente, la mayoría de los involucrados son luchadores extranjeros, así que se temía que, antes o después, el término "xenofobia" iba a caer como arma arrojadiza en pleno dohyo (ring de sumo). Y retumba.

Lo que no había ocurrido en dos mil años de historia se ha precipitado en un mes de septiembre de tsunami informativo. ¿Está en peligro el sumo, la tradición, lo sacro de un deporte que es mucho más que un deporte? Kenshiro Matsunami cree que sí, y él no es un cualquiera, sino ex luchador y en su día ministro de Deportes. "Los últimos incidentes nos enseñan que es muy difícil para aquellos que no llevan dentro el espíritu del pueblo japonés ser portadores de nuestra cultura. Han proliferado los escándalos causados por luchadores extranjeros, incluyendo asuntos de drogas y el lío de Asashoryu", afirmó Matsunami.

El primer pecador salta al dohyo. Asashoryu es un campeón mongol de Ulan Bator. Su verdadero nombre es Dolgursuren Dagvadorg y en los últimos cuatro años se había erigido en el rikishi (luchador) más grande de la historia. Hace unos meses estaba en lo más alto, reclamando desde su posición de representante de los luchadores un aumento del 10% en el salario. Dura ha sido su caída, pues en verano se supo que había participado en el arreglo de varias peleas. No fue el único. Otro de los hasta hace nada intocables, el ruso Wakanoho, cuyo nombre real es Soslan Gagloev, fue suspendido de por vida al ser descubierto con un cigarro de cannabis en su cartera. Ya en la cuesta abajo, con los campeonatos y éxitos rodando con él, reconoció que también se había visto forzado a aceptar dinero para el amaño de combates. Fue un revés tremendo para el sumo en unos días en los que otros dos rusos, los hermanos Roho y Hakurozan, saltaban a las portadas de los diarios nipones por haber dado positivo por... cannabis.

Su humo atonta y convierte el dohyo, levantado en arcilla y arena esparcida, en un enorme barrizal. No se sabe quiénes son los buenos y quiénes los malos, pues un día el búlgaro Kotooshu (conocido como el David Beckham del sumo), el primer europeo en ganar un título en Japón, se ve envuelto en un nuevo escándalo de amaño, y al siguiente, ayer mismo, tres luchadores se declaran culpables de golpear -con una barra de metal, botellas y palos- a un aprendiz de 17 años que falleció tras un entrenamiento.

Los escándalos hacen tambalearse al sumo y la invasión de luchadores hawaianos, rusos, mongoles, chinos o brasileños es vista con reticencia por ciertos sectores del deporte japonés. Todo empezó como un garbanzo negro en el sabroso chanko-nabe -pote nutritivo elaborado con carne, pescado y verduras- que constityuye la dieta básica del luchador de sumo. El miedo es que todo lo que ha venido después eche a perder el guiso.