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NCAA

Christian McCaffrey, un extraño a por el Heisman Trophy

El corredor de Stanford, de raza blanca, es toda una extrañeza en la ceremonia de hoy del premio individual más importante del deporte norteamericano.

Actualizado a
Christian McCaffrey en su increíble exhibición ante USC.
Kirby LeeUSA Today Sports

Hoy, a las dos de la madrugada hora peninsular, se estrega el Heisman Trophy en una ceremonia con gran boato. Se trata de premiar al mejor jugador del año en la NCAA Football y es el trofeo individual más respetado de todo el deporte norteamericano. Las razones son múltiples, una mezcla entre tradición, cultura y la importancia del individuo en un deporte amateur, pero la conclusión no puede ser otra; es difícil ver que a los MVPs de las ligas profesionales se les trate de por vida con el nombre del premio, pero un "Heisman" siempre será nombrado como un "Heisman".

Hay tres finalistas: Derrick Henry, corredor de Alabama, DeShaun Watson, QB de Clemson, y Christian McCaffrey, corredor de Stanford. De todos ellos, el último es el que tiene la historia más peculiar.

McCaffrey no contaba a principio de año para estar a estas alturas de la película en estas cuitas. Las casas de apuestas ni lo nombraban. En su segundo año en la universisad de Stanford ha hecho trizas cualquier planteamiento inicial posible.

Para empezar, lo más llamativo: ha batido el récord de yardas totales en una temporada de, agarraos, Barry Sanders. Ha dejado el listón en 3.496 yardas. Nadie en la historia de este deporte había conseguido tantas. Además, lo ha hecho de cualquier forma imaginable: corriendo, recibiendo, retornando, pasando. Su versatilidad es un arma casi imparable.

Pero sus números arrojan otras anomalías impresionantes: contra USC, en la final de la PAC-12, consiguió 461 yardas totales, y su media en la temporada es de 8,3 yardas por cada vez que tocó el balón. Sencillamente increíble.

Y más cuando se le ve físicamente, pues lo más normal es confundirle con un kicker. Es blanco, es pequeño y no es especialmente rápido. Entendedme, es una centella en explosividad, pero no es el velocista, ni el poderoso atleta, que es capaz de generar esa clase de números. Todo lo hace con una habilidad innata para eludir rivales y hacerles picar en sus mil quiebros, y una inteligencia sobre el campo, una intuición para ver huecos, pocas veces vistas.

El Heisman ha sido concedido a un QB 13 de los últimos 15 años. Mark Ingram, en el 2009, fue el último corredor en lograrlo. Además, Stanford tiene el "honor" de haber sido la única universidad que ha mandado a la ceremonia del Heisman a tres subcampeones de forma consecutiva: Toby Gerhart y Andrew Luck por duplicado entre los años 2009 y 2011. Todo eso, más la gran campaña de Derrick Henry que ha llevado a Alabama a la final four y a ser considerada la gran favorita para el título, o el hecho de que DeShaun Watson sea el QB del equipo considerado el número uno actual de la competición, hacen que las probabilidades de que McCaffrey gane el trofeo parezcan escasas... pero lleva toda su vida haciendo quedar mal a los que le prejuzgan por su presencia física.

Sea como sea, gane o no esta noche, el corredor de Stanford ha hecho historia y se ha convertido en uno de los presonajes deportivos del año en los Estados Unidos.