El deporte es un mundo de reglas que deja más campo al ingenio de lo que se pueda pensar. Hablo del ingenio de barrio y de la astucia natural. Aquí tenemos tres ejemplos: Hugo Gatti, portero-líbero en Boca hasta los 44 años; o Miguel de la Quadra-Salcedo, que lanzó la jabalina a más de 100 metros, o Pedro Ferrándiz, que inventó la autocanasta". Así introdujo Alfredo Relaño el Foro Fundación Ferrándiz-AS, que ayer trató sobre Los Heterodoxos del Deporte.
Lo cierto es que se empezó por hablar de heterodoxos y se terminó por hablar de aventureros. Todos ellos exploraron un camino distinto y movieron la frontera del deporte. Gatti inventó una nueva forma de jugar al fútbol: el portero fuera de la portería, jugando con los pies, uno más. La defensa se adelantó y el juego se transformó. De la Quadra-Salcedo se inspiró en un viejo deporte vasco, el lanzamiento de barra, para batir el récord mundial de jabalina, aunque su registro nunca fue oficial porque la Federación Internacional se apresuró a cambiar el reglamento, superada por tanta innovación. Ferrándiz no fue menos. Hizo que su equipo se metiera una canasta para evitar una prórroga que hubieran afrontado en inferioridad. El Reglamento también se modificó por aquello.
Así eran las jugadas que hicieron famoso a Gatti. "Controlaba el balón con el pecho antes de atajarla con las manos. Una vez la saqué de banda desde el centro del campo en un clásico contra River. Me sentía un jugador más". Pero nunca fue un palomitero: "A las pelotas se llega achicando y no volando. Los que vuelan engañan a la hinchada".
Y una definición: "El fútbol es un orgasmo más grande que el que puedas tener con una mujer". Los chavales del colegio Jesús Maestro, asistentes al acto, tienen los ojos como platos. Es de suponer que a sus 16 años la mayor parte de ellos sólo juega al fútbol.
Sigue Gatti: "En otra ocasión, estuve jugando con Argentina en Kiev, sobre un campo nevado. Nosotros nunca habíamos visto la nieve. Jamás vi jugar a alguien como lo hice yo ese día (hay risas, pero lo dice en serio). La prensa rusa dijo que fui superior a Yashin. La botella de whisky que tenía junto al palo me quitó el cagómetro".
De la Quadra-Salcedo, de tanta América, tiene cara de conquistador. Podría vestir una armadura y una espada. Pocos saben que fue un deportista fabuloso. "Con la jabalina tomé el estilo de la barra vasca, un deporte que nació entre los mineros, que se desafiaban arrojando las barras de acero con las que extraían el mineral. Se daban tres vueltas (como en el disco) y se lanzaba. Yo alcanzaba los 65 metros. En una ocasión entrenando en Francia un periodista de L Equipe me vio y tituló: La bomba española que extiende el terror. Mandé la jabalina a los 112 metros cuando el récord del mundo rondaba los 80".
Pero De la Quadra se quedó sin récord mundial y sin medalla olímpica. "Estuve a punto de ir a Melbourne, incluso teníamos ya la blazer lista, pero finalmente la entrada de los tanques rusos en Hungría provocó que España boicoteara aquellos Juegos".
"Aunque cambiaron el reglamento yo me adapté y en Puerto Rico, adonde fui becado, lancé 91 metros manteniendo el último gesto. Luego, en Estados Unidos, volví a batir el récord del mundo. Y volvieron a cambiar el reglamento. Nunca me homologaron aquellos récords. Recuerdo que para agarrar la jabalina probé de todo, desde agua hasta semen de toro, jamás se me escapó".
Llega el turno de Ferrándiz: "Según a quién, le digo que lo de la autocanasta fue inspiración divina o que lo teníamos previsto. Pero fue esto último. La estudiamos antes del partido. Jugábamos en Varese y era posible que llegáramos a un empate que no nos conviniera. Eran octavos de la Copa de Europa y después había que jugar la vuelta".
"Ganábamos 36-44 en el primer tiempo. Pero la cosa se puso fea en el segundo: Hightower estaba lesionado y Emiliano en el banco. Cuando faltaban dos segundos ganábamos 80-78 pero ellos metieron una canasta y empataron. Pedí tiempo y saqué a Alocén por Morrison".
Ahora lo cuenta Alocén: "Me dijo: Lorenzo, ya sabes lo que tienes que hacer. Hightower esperaba en la zona italiana, Lolo Sáinz en el centro del campo y Emiliano estaba alerta por si no la metía y había rebote. Me la pasó Lluís, la metí limpia y fingí celebrarlo. La gente empezó a gritar alborozada: ¡Lorenzini, Lorenzini!".
"Nosotros le agarramos como si se hubiera vuelto loco explica Lluís para que los árbitros no nos pitaran técnica y no anularan la jugada. Pero un jugador del Varese, Toth, empezó a recriminarnos y el público no tardó en darse cuenta. Nos cayó de todo". En el partido de vuelta el Madrid ganó por 18. La autocanasta fue prohibida bajo multa de 1.000 dólares y expulsión de dos años. "Tiempo después visité Varese y me llamaban Don Pedro", rememora Ferrándiz.
Pero las personalidades de los heterodoxos trascendieron el deporte. "Desde el atletismo llegué a todo lo demás. Fui conductor de camiones, ballenero en la isla de Juan Fernández, llegué al Amazonas, a la naturaleza, donde los indígenas, al igual que los niños, lo hacen todo perfecto. Ahora el deporte se acerca más al circo y sé lo que digo porque también trabajé en un circo domando leones". Habla De la Quadra-Salcedo.
Gatti asegura que todo está en los genes. "Me dicen: sos un agrandado. Pero yo soy el mejor. Lo digo porque lo pienso. Otros lo piensan y no lo dicen". Aunque no será ese Ferrándiz, que antes de ser el mejor entrenador de Europa, fue "jugador de hockey hierba sin hierba, de balonmano, de fútbol, boxeador, nadador...". "Era un gran maquiavelo", asegura Lluís.
Y el mítico Corbalán pregunta: "¿No está la heterodoxia más relacionada con el trabajo que con el genio?". "Yo era un obseso de la disciplina, del entrenamiento", admite De la Quadra-Salcedo. "Todo genio es heterodoxo y todo heterodoxo un genio", apunta Ferrándiz. Gatti lo ve más fácil: "Mis padres estaba inspirados cuando me crearon".
