Historia de los heterodoxos deportivos

Historia de los heterodoxos deportivos

La de ayer fue una mañana magnífica. Un nuevo encuentro en la Fundación Pedro Ferrándiz, concebido en homenaje a la autocanasta, celebrado disparate racional que el propio Ferrándiz concibió 41 años atrás para sacar a su equipo (el Real Madrid de baloncesto) de un apuro. Acudieron al foro los cómplices necesarios de aquello, Lluís y Alocén. Y dos heterodoxos más: Quadra-Salcedo y Hugo Gatti. Quadra-Salcedo estableció mediados los cincuenta un nuevo record mundial de jabalina. No se homologó. Se cambió la regla. Hugo Gatti revolucionó el juego del portero de fútbol.

Son tres ejemplos entre tantos. Tres modelos para estudiar el deporte como conquista, superación, experimentación, mejora, juego de astucias, creación... El deporte como superación de limitaciones, como algo que nace de la naturaleza y crea sus propias reglas, sus desafíos: más alto, más lejos, más fuerte, con el pie, en la canasta, con raqueta, en el agua, sobre ruedas... Siempre bajo el imperativo de unos reglamentos que hay que vencer para demostrarnos a nosotros mismos que somos la especie capaz de desafiar todo límite, de batir de todo récord. De consumar cualquier logro.

Pero algunos no se pararon ahí. Desafiaron las reglas. Tres de ellos estuvieron ayer con nosotros: Ferrándiz, Quadra-Salcedo y Gatti. Pero hay muchos. Myers sacó la mariposa de las normas de la braza; Chapmann ingenió la WM; Fosbury saltó de espaldas en México; Panenka marcó un penalti imposible; Moser voló sobre ruedas lenticulares; Tyrrell experimentó el coche de seis ruedas. El deporte como superación, como desafío, como progreso. Como inconformismo. La sacudida del ánimo que exige, que obliga a mejorar, que nos envía a explorar al horizonte. Con reglas o sin ellas. El deporte.