Irureta: "Ahora se juega con calculadora"

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Irureta: "Ahora se juega con calculadora"

Irureta: "Ahora se juega con calculadora"

jesús sancho

Javier Irureta está a más de dos Ligas de cazar a Miguel Muñoz como segundo del ránking. El primer puesto lo tiene casi imposible.

Hoy cumple 500 partidos en un banquillo de Primera desde aquel Logroñés-Atlético...

Uff, es mucho tiempo. Nunca pensé en llegar a los quinientos partidos. Pero es cierto que desde aquel primer domingo en Las Gaunas ya han pasado quinientos partidos de Liga.

Esa cifra le coloca por derecho propio en el Olimpo de los entrenadores junto a Miguel Muñoz y Luis Aragonés.

Además, con ellos. Miguel Muñoz fue el director en mi escuela de entrenadores y fue un hombre con una trayectoria impresionante. Y de Luis ¿qué voy a decir? Es un espejo en el que siempre me ha gustado mirarme. Es una satisfacción y un síntoma de regularidad.

¿Esto del fútbol ha cambiado mucho desde su debut?

Es diferente. Los clubes eran sociedades deportivas y ahora son anónimas. Y dentro del campo cada vez el fútbol es más rápido, con menos espacios. Hay muchos aspectos peculiares que han cambiado. La técnica define cada vez más los encuentros. No sé quien dijo que ahora los jugadores juegan con calculadora, pero lo comparto plenamente. Es una aproximación a lo que ocurre. Se ha perfeccionado en la alimentación, en la preparación, en la táctica. Es más difícil para todos, jugadores y técnicos.

¿Y para la afición? ¿Sigue juzgando sólo por el resultado?

Claro. El fútbol es un sentimiento y la afición disfruta más con el simple hecho de que su equipo gane, que esté por encima de su rival directo...

¿Cómo recuerda aquel 3 de septiembre de 1988?

De la mejor manera posible. Debuté ante el Atlético, un equipo al que quiero mucho, y ganando uno a cero. En aquel equipo estaban Ruggeri, Abadía, Alzamendi o Sarabia. Pero aquello ya era un premio porque antes de debutar en Primera hubo cinco años de trabajo en las categorías menores del fútbol.

¿Fueron duros los comienzos?

Tan duros como bonitos. Dirigí casi 200 partidos en cinco años en otras categorías, lo cual de haber sido en Primera me pondrían a la altura de Luis y por encima de Miguel Muñoz. Pero no me arrepiento de nada de lo que hice.

Usted ha pasado por todas la categorías del fútbol español.

Es cierto, primero entrené a los infantiles de la selección vizcaína, luego a los infantiles del Getxo, más tarde un año en Tercera con el Getxo, otro en Segunda B con el Sestao y varios en Segunda A.

Getxo, Sestao, Logroñés, Oviedo, Real Sociedad, Athletic, Celta y Deportivo. ¿El sur, para cuándo, míster?

Es cierto. Se me están acabando los equipos del norte y el sur es territorio por explorar.

¿Cuál es el partido más recordado de esos 499?

Sin duda, el primero en Logroño. Allí pasé muy buenos años y allí empezó todo.

¿Y el más feliz?

Por simbólico, el de Riazor ante el Espanyol en el que ganamos la Liga; ése partido supuso el refrendo a todo el trabajo realizado antes.

¿Notó la psicosis del deportivismo por lo ocurrido en el 94 con el penalti de Djukic?

Sí. Las peñas, la Prensa... El entorno respiraba un catastrofismo que me llamó la atención.

Dicen que el doble pivote maduró en los equipos de Irureta...

No. Uno siempre se fija en otros entrenadores, coges algo de los demás y lo adaptas.

¿En qué pizarras ha bebido Javier Irureta?

En las de los técnicos ganadores. En la de Luis Aragonés, en la de Vicente del Bosque, en la de Sacchi o en la de Ferguson. ¡Y sobre todo en mis jugadores! No antepongo el sistema a los jugadores, los futbolistas son los que deben sentirse cómodos en el sistema.

Esta pregunta es para el Irureta jugador. ¿Cree que Jabo es un técnico amarrete?

Es curioso que digan eso. Con Irureta, el Depor fue campeón hace cuatro años, algo que no había logrado nunca. Al año siguiente marcó 73 goles, algo que tampoco había conseguido antes en su historia. Después, el equipo hizo pichichi a Diego Tristán y este año Makaay lleva el mismo camino. Y no es que tengamos jugadores pichichi, es que el equipo hace pichichi a los jugadores. Pero las etiquetas se ponen rápidamente y ya es difícil deshacerte de ellas.

Ya. ¿Pero no es Cruyff precisamente?

(Risas)... Hombre, no. Pero un técnico defensivo es quien se centra en el aspecto defensivo y creo que nadie trabajará tanto el aspecto ofensivo como yo. Después, si el jugador no la mete, ahí ya no puedes hacer nada. Pero mi espíritu y mi voluntad es marcar más el aspecto ofensivo.

¿Qué hay de cierto en eso de que prefiere ganar por 1-0 que por 5-4?

Si puedo me gustaría ganar todos 5-0 o 5-1 o 5-2, pero el 5-4 es un resultado peligroso, porque quiere decir que otro día puede ser al revés. A eso me refería. Lo que pasa es que alguno ha deducido que prefiero un partido sin goles. Y es falso.

Si tuviera que definir el estilo de juego de sus equipos con una sola palabra, ¿cuál elegiría?

Personalmente lo que me gusta es tener al equipo equilibrado. Me gusta el equilibrio y la coherencia. Debe prevalecer lo ofensivo, pero que no se menosprecie lo defensivo.

¿Se ha perdido un ingeniero superior o se ha ganado un entrenador?

Creo que lo segundo. La culpa de eso la tiene el fútbol, que para mí es como una droga. Cuando me retiré, me di cuenta de que no podía vivir sin él. Me veía los domingos sin fútbol y eso es muy duro. Es cierto que era ingeniero técnico, me faltaban pocas asignaturas para ser ingeniero superior, pero ni me lo planteé. Me gustaba más el fútbol y me saqué el carnet.

El famoso carnet...

¿Por qué el famoso?

Porque usted siempre nos recrimina que no lo tenemos...

Ah... Es eso (Sonríe).

¿Cinco años alejado de la familia no es pagar un precio demasiado alto?

Probablemente, pero la servidumbre del fútbol es estar lejos de tu familia. Cuando los hijos son más pequeños puedes desplazarte con ellos, pero luego su vida se encamina y a eso no debes supeditarle nada. Además, aunque firmes dos años, el fútbol de hoy en día no te garantiza una seguridad como para desplazar a la familia. Ellos ya sufren moralmente contigo. Es la forma en la que yo lo entendí. Otros movilizan a la familia. Yo no.

Hablaba de garantías, ¿no es ésa una palabra prohibida en el fútbol actual?

Fíjese, el año pasado Topmöller era el mejor entrenador de Alemania y hace diez días le han despedido. Es difícil mantenerse varios años y sobre todo con equipos relativamente modestos como éstos. Porque luego están el Real Madrid, el Manchester... Pero esos ya pertenecen a la cuarta dimensión.

¿Demasiada presión quizás?

Yo diría que el fútbol tiene un punto de incoherencia. Los dirigentes, los aficionados y la prensa comienzan a ponerse nerviosos en determinados momentos si los resultados no acompañan.

¿Es para tanto?

Le cuento una anécdota. Estuve en Oviedo cuatro temporadas y había un señor en la tribuna que siempre me sacaba el pañuelo porque no le caía bien. Luego pasaron Luis, Antic y Tabárez, pero yo fui el único que metió al Oviedo en la UEFA. Ahora que viven un desafortunado momento, del que me siento partícipe como propietario de cuatro acciones del club, ¿qué hará ese hombre?, ¿seguirá sacando el pañuelo? Aquel señor practicaba el antiruretismo.

¿Y después de quinientos partidos de Liga, quince temporadas y siete equipos, qué jugadores recuerda Jabo?

He tenido grandes futbolistas, internacionales, mundialistas y cuatro o cinco campeones del mundo, pero al final siempre me quedo con los jugadores que han sido un elemento integrador del grupo. También tuvo grandes jugadores, pero que eran muy especiales e iban un poco por libre. Hubo de todo.

¿Le queda mucho carrete?

No lo sé, pero tampoco pensé en llegar a los quinientos... El fútbol es algo que dejaré cuando ya no disfruté con él. Y aún lo hago.