"Reyes era mi chófer"

Entrevista Antoñito

"Reyes era mi chófer"

"Reyes era mi chófer"

Seguramente no hay otro caso igual en nuestro fútbol profesional. Ahora se sale, pero hasta los 21 años (tiene 25) coleccionaba equipos (nueve sin contar sus aventuras en el futbito) y un camino directo hacia la nada. Antonio Ramiro Pérez, Antoñito, admite que era un cabeza loca que plantó primero a su Sevilla y luego al Betis, a éstos porque no le ponían y él quería jugar: jura que más de una vez disputó cuatro partidos en un día. Es la historia de la última sensación de la Liga.

Usted está aquí de milagro.

Fui conflictivo, sí. Pero tenía excusa: quería jugar, sólo me interesaba la pelota. Para nada que el tiempo pasaba, que mi vida era muy dispersa. Porque yo de estudiar, poco. Sólo quería jugar y por eso me iba de un equipo a otro o jugaba tres y cuatro partidos en un día. Debo ser el único futbolista de España que ha metido goles en todas las categorías: desde Segunda Regional a Primera División. El fútbol me volvía loco como juego y si no podía jugarlo... No me importó dejar el Betis y cobrar 40.000 pelillas al mes en el Marchena, poco después.

¿Quién le metió en vereda?

Manolo Jiménez (ex lateral del Sevilla, internacional y entrenador del filial) me agarró un día y me dijo: "Me he metido en la cabeza hacerte futbolista en serio".

Jiménez dice que usted tiene cosas de Romario.

Ya. Y un periodista amigo mío (se refiere a Víctor Fernández, compañero de AS en Sevilla) dice que Romario tiene cosas mías. Aquí no hay término medio.

Siga, por favor.

Caparrós me dio la alternativa y Lucas Alcaraz es como mi tío: en mi primer año en el Sevilla no metía un gol ni a tiros y pidió mi cesión para el Recre en diciembre. Allí volví a nacer: metí ocho goles, ascendimos, me sentí vivo.

Lucas Alcaraz asegura que si le hubiera tenido a usted en la plantilla, el Recreativo se habría mantenido en Primera División.

Pues quizá. ¡Le faltó tan poquito...! La verdad es que negoció mi fichaje con el Sevilla, pero no se pusieron de acuerdo.

¿Lo lamentó alguna vez?

Tal como ha sido mi vida, lo normal es que estuviera en Segunda B.

Porque llegó a dejar el fútbol, ¿verdad?

Casi. Jugaba en el Marchena, en Tercera, y me puse a trabajar en un taller de decoración. Y jugaba al futbito en el Kendall, un famoso polideportivo de Sevilla. En eso era el rey... Pero un día me llamaron de la selección andaluza Sub-23, en la que estaban Calatayud y Josemi, los del Málaga, y otros. Jerónimo Barranca, el seleccionador, fue también decisivo para mí. "¿Pero tú sabes lo que tienes y lo que te puedes perder?", me gritaba. Y reaccioné. Luego ya fue cuesta abajo: a los dos meses estaba en el Sevilla B, debutaba en Albacete con el primer equipo... El Sevilla pagó por mí dos millones de pesetas y dos amistosos en Los Palacios. Pero es que yo nunca me puse esa camiseta.

¿Y eso?

Estando en el Marchena firmé un precontrato con Los Palacios. Pero desde entonces hasta el final de temporada los ojeadores del Sevilla me siguieron y aconsejaron mi fichaje. Los Palacios hizo valer aquel papel y cobró dinero por un futbolista que ni estrenó. Tuvo que ir Monchi a hablar con ellos y arreglarlo.

¿En cuántos clubes ha jugado?

Con ocho años empecé en La Pancarta, el equipo de mi barrio, El Polígono, que popularizó Rafa Gordillo. Luego, en el Unidad. De ahí, con diez años, llegué al Sevilla por primera vez. Pero me fui con 17, al Alcosa. Y de ahí al Betis. Era juvenil de último año, pero como no me ponían, me fui al Cantillana, de Primera Regional. Me iba a la mili y quería estar cerca de casa... Después empecé a ascender: San Pablo, Ibarburu y Marchena. Todo eso entre los 18 y los 22 años.

Im-presionante.

Ya le digo: normalmente debía estar jugando por ahí, con los amigos. Pero esto le pasa a mucha gente, ¿eh? Te paras a oír cantar a dos chavalillos y le echan la pata a cualquiera. ¡La de gente de calidad en muchas cosas que no llega...! Yo tuve la suerte de montarme en la esquinita del último vagón del último tren que pasó por mi vida. Siempre recordaré esos años, lo que disfrutábamos con los colegas...

Lo de ahora, ni pensarlo.

¡Hombre! Antes yo salía todos los sábados... ¡O eran los sábados los que salían conmigo! Ahora, el que se pasa, muere.

¿Es verdad que Reyes se acuesta no más tarde de las once de la noche?

Incluso antes.

¿Buen colega, eh?

Más que eso: fue mi chófer.

¿Ah, sí?

Yo no tenía el carnet y él venía a por mí y me acompañaba a los entrenamientos y esas cosas. Hemos compartido muchos sueños, muchos secretos.

Cuéntenos uno.

Todos los domingos de partido en Sevilla, Cristóbal Soria (el delegado), Reyes y yo llegamos hasta la Macarena, la saludamos y volvemos al hotel.

¿Y qué le pide a la Señora, una buena renovación?

A mí me gustaría que Reyes no se moviera de club y yo, menos. Eso me gustaría más que nada. Mi contrato acaba dentro de año y medio, tendré los 26 cumplidos y espero que se porten bien conmigo.

¿Y si tuviera que dejar el Sevilla?

A mí siempre me gustó la Juventus, ¡ja, ja! Mire, en serio: yo quiero hacer un Sevilla grande y no irme a un grande.

Eso le ha salido bordado.

Es lo que pienso, no hay adorno.

¿Cuál es la diferencia entre un crack y un buen jugador?

Crack es el que hace cosas distintas. Por ejemplo, Maradona. O Zidane, ahora.

Ellos nacieron así, claro.

Sí, hay quien nace para ser futbolista, otro para ser torero... A mí, por la vida que llevé, me toca machacarme siempre en lo físico. Cuando volví al Sevilla, con 21 años, había perdido casi toda la base. Una pretemporada en serio la hice hace cuatro temporadas. Fue un calvario. Jiménez me esperaba subido a la bicicleta mientras yo corría y corría y me asfixiaba. ¡Eso es creer en un futbolista y querer al Sevilla! Porque uno de los tesoros del equipo es que la mayoría somos sevillistas. Yo he estado con los Biris en el campo del Betis, mi padre me llevaba de chaval a ver al Sevilla, y lo que un padre te enseña de niño no se olvida. En casa sólo hay un bético: mi tío Javi.

¿Y le hablan?

Sí, ¡ja, ja! Mi tío es buena gente. Del Betis, pero buena gente.

Me hablaba del sevillismo de la plantilla.

Carlitos ha perdido dinero con el Sevilla apostando resultados que no se han dado. Es muy sevillista, mucho. Como Reyes, Víctor, Paquito Gallardo, Óscar... Y gente como Pablo Alfaro y Javi Navarro se identifican a los tres meses. Este equipo engancha y el mejor ejemplo fue Olsen, el portero noruego.

¿Qué le pasó?

Pues que quiso ponerse en la camiseta Olsen de Triana, en la espalda me refiero. El míster no le dejó, le dijo que se le cachondearían... Olsen es un noruego que cogió la guasa de Sevilla y un tío muy especial, que canta ópera y tiene mucho arte: una vez se presentó en la concentración de pretemporada con quince regalos: fue cosa de su mujer y debía abrir uno cada día. Un fenómeno, Frode... Hace un tiempo casi viene a jugar con el equipo de los periodistas de Sevilla un partidillo que juegan con los técnicos del club.

¿Y su ídolo, quién fue?

Suker y Polster. Dos delanteros tremendos que el sevillismo siempre admirará.

¿Y su mejor gol? ¿El del día del Betis?

Pues sí. Por la importancia, por el rival y porque meterle un gol al Betis... ¡uff!

Hoy se cumple una semana del 4-1. ¿Qué sigue recordando de la intrahistoria de aquel partidazo?

Pues lo que Zidane le preguntó a Redondo sobre Reyes: "¿Y éste siempre va subido en la moto?". Y a mí como siempre me pasa algo, esta vez me pasó con Beckham. Resultó que ellos echaron el balón fuera para que atendieran a uno de los nuestros y cuando lo pusimos en juego yo lo desplacé lejos. Vino el inglés y supongo que se me quejó, pues yo no le entendía. En estas que se asomó Figo a la juerga: "¿Por qué la tiras allí?" Y yo le contesté: "¡Te la voy a dar en la mano para que saques aquí mismo!". Se cabreó, claro.

Buena prima se llevarían, ¿eh?

No estuvo mal. Pero prima, la que nos ganábamos en el futbito. Nos apuntábamos a todos los torneos de 24 horas y casi siempre los ganábamos. Eso nos permitía repartirnos 150 ó 200 mil pelillas con los colegas. Eran ligas muy duras en las que jugaban ex futbolistas como Pablo Blanco, Andrade... A este casi lo matamos del susto una tarde.

¿Qué pasó?

Quizá fue el primer día que alguien del Sevilla me vio jugar. Resulta que llegó la hora del partido y ellos estaban al completo, cinco y el portero, pero nosotros éramos solo tres y el portero. En tres minutos les habíamos metido cinco goles. Andrade casi se vuelve loco. "¡No nos hagas más caños, no la pises!", gritaba. A mí me conoce casi más gente en Sevilla de la época del futbito que de ahora. Habíamos sido campeones de Sevilla con el equipo del barrio, y haciendo barbaridades como comerme dos tocinos de cielo y un manchado una hora antes de un partido, éste de campo grande, y meter tres goles después. Pero todo esto no es aconsejable, ¿eh? Los chavales, que estudien y que se tomen el fútbol como una diversión seria si es que realmente tienen cualidades. Yo soy un caso único, seguramente. No se puede pensar en ser profesional a partir de los 22 años... Nadie me ha regalado nada, es verdad, pero también es cierto que de mi parte no puse demasiado en mucho tiempo.

Afortunadamente no fue irreparable.

Hubiera sido para matarme.