Son campeones y sobre todo son un ejemplo moral

Un año mágico | Presentación

Son campeones y sobre todo son un ejemplo moral

El deporte español alcanzó su cota más alta en 2008. Este suplemento es un homenaje y un recuerdo a los grandes momentos protagonizados por nuestros deportistas.

Hace unos pocos años (fue para cuando Crivillé ganó el Mundial de 500) un amigo argentino me decía, con envidia sana: �Deberíais hacer una foto de este momento del deporte español, porque es impresionante. Quién sabe cuándo volverá algo así�. Bueno, pues la foto debería hacer sido una película, porque a aquel buen momento siguió otro, y luego otro, y otro más, hasta esta especie de jolgorio sin fin que ha tenido hasta ahora su máxima expresión en el fantástico año 2008. Año bisiesto nada siniestro. Año de Juegos Olímpicos en los que España estuvo bien, pero que además los rodeó de victorias extraordinarias en muchas otras actividades. Un año para guardar en el recuerdo y en el cajón, y con esa idea les entregamos este suplemento, que tiene intención de permanencia. Es posible que los años inmediatos sean también muy buenos. Es más: diría que es prácticamente seguro. Pero más seguro aún es que las alegrías de este 2008 son inigualables. Por su importancia y por su significación tan especial.

España es sobre todo importante en los deportes que más interesan a más sociedades, publicó Simon Cuper en Financial Times. �Menos mal que a ustedes no les ha dado por el rugby�, le dijo hace poco el ministro francés Bernard Laporte a Lissavetzky. El deporte quizá no dé soluciones, pero da alegrías y, más que eso, da prestigio. Los éxitos en el deporte transmiten una imagen joven, eficaz y saludable de un país. Y es así, tanto más, si los triunfos se logran desde el estilo, desde el buen ejemplo moral, desde la sencillez. Cuando no se empañan por el divismo, la fatuidad, la soberbia. En ese sentido, nuestros campeones son aún más de agradecer. Ese Nadal en la Villa Olímpica, la sonrisa franca de Contador, imagen de un ciclismo nuevo, el persistente grupo del baloncesto, la selección de los Casillas, Xavi, Torres y demás, dan exactamente la imagen que más podríamos desear, hacia el exterior y hacia nuestros propios hijos. Son victoriosos en lo suyo, pero además nos explican cómo hay que ir por la vida y por qué. Parece ingenuo decirlo, pero es verdad: nos miran mejor por lo que ellos han hecho y seguirán haciendo.

Este periódico les está agradecido, y quizá sean estos los mejores lugar y momento para decírselo. La prensa deportiva se alimenta de la excelencia de los deportistas, esos tipos que cultivan las mejores condiciones físicas y morales de la especie. Chicos alegres y envidiados, que a veces vemos como favorecidos por la fortuna, millonarios prematuros, despreocupados de todo, pero que en realidad son esforzados sin tiempo libre, esclavos del entrenamiento, del afán de superación, de la atención que suscitan, de una carga mucho más dura de lo que parece. El deporte es un espacio en el que la derrota es tan honorable como la victoria, pero ninguno de éstos se permite perder, porque no quieren defraudarnos. Saben que en tiempos difíciles como éstos ninguna ilusión puede compensarnos más que la que ellos nos ofrecen. Este periódico nos sale mejor gracias a sus victorias. Por eso se lo agradecemos y las coleccionamos en este ejemplar que algún día amarilleará, pero que guardará siempre el eco de unas emociones inolvidables: las de este gran año, el de 2088, en el que gracias a ellos lo hemos pasado tan bien.